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Parque de la Alameda

Parque de la Alameda
¡ El Parque de la Alameda se viste de otoño! Vale la pena visitar Santiago

¡Estamos llegando! De Salceda a Santiago de Compostela


La indescriptible sensación que nos embarga esta mañana ha hecho que nos levantemos con premura y preparemos nuestro equipaje con inusitada velocidad,  pues sabemos que hoy es el día con mayúsculas, que todo el esfuerzo que han venido realizando nuestros peregrinos culminará a las puertas de la Catedral de Santiago, cuando lleguen a la plaza del Obradoiro y hayan conseguido superar su reto personal.

El amanecer se ha presentado bañado de  una ligera bruma, que va ascendiendo lentamente desde la tierra labrada y desdibuja los contornos de los árboles que divisamos desde nuestra habitación, pero sabemos que el cielo está despejado y pronto lucirá el sol en todo su esplendor.



Estamos descansados, pues en la tarde de ayer decidimos no realizar visitas turísticas y únicamente paseamos por los caminos que rodeaban nuestro lugar de alojamiento, y desde luego fue una idea de los más acertada, pues un relajante vagabundeo y la magnífica cena que nos presentaron en Casa Assumpta, nos preparó para afrontar el día de hoy con optimismo y una pizca de anticipación, que ya estamos en la recta final de nuestro peregrinaje. 

Un paseo entre maizales nos relajó completamente

Hay puestas de sol que son únicas

El grupo al completo esperando nuestra cena
El hecho de tener que dejar a Daniel y a Javier en Salceda, pues allí fue donde terminaron su etapa ayer y será donde la retomen hoy, hace que nos apresuremos en cargar las bicicletas y nuestras pertenencias y después de disfrutar de un delicioso y completísimo desayuno, nos ponemos en camino.

Una imagen de Salceda

Sólo nos restan unos treinta kilómetros para que las torres de la Catedral de Santiago aparezcan en nuestro horizonte, y la verdad es que ya no vamos a seguir el camino de los peregrinos a pie,  pues aunque queremos detenernos en Lavacolla y el Monte do Gozo, estamos impacientes por llegar a Compostela y preparar con tiempo la sorpresa que los chicos han ideado para recibir a sus padres como se merecen. 

No obstante, y como hemos hecho en este blog cada vez que no hemos seguido la misma ruta que los romeros, vamos a ofreceros unas pequeñas pinceladas de los rincones que van jalonando el camino, pues siempre es interesante tener algún conocimiento histórico y artístico de los lugares que se descubren y se aprecian a lo largo de todo el peregrinaje.

El Cruceiro de San Breixo, uno más de los que hemos ido encontrando diseminados en nuestro trayecto, se encuentra en la parroquia de Ferreiros, población que saldrá al paso de los concheiros nada más entrar en el municipio de O Pino.

De estilo neoclásico, este hermoso crucero se encuentra muy próximo a la iglesia parroquial, estando todo el complejo protegido por una gruesa cadena, asentada sobre cuatro pilares bajos. 


En su amplio pedestal a modo de plinto, muestra el conjunto de tres imágenes de cuerpo entero, las de la Virgen de la Soledad, San Juan Evangelista y María Magdalena, en una detallada composición escultórica. La columna, de sección circular, está rematada en doble collar. Su capitel, de formas clásicas, está decorado con cabezas de ángeles y volutas.

El remate es en cruz, también de sección circular, con los extremos terminados en rosetas. Las dos imágenes en lo alto son de buen tamaño. La primera es la de Cristo crucificado, con los pies clavados y montados al uso tradicional, el izquierdo sobre el derecho, mientras bendice con ambas manos. La otra figura, de la Virgen de las Angustias, aparece vestida con manto largo, con una espada metálica clavada en el pecho.

Continuando la caminata, el peregrino alcanza la localidad de Santa Irene, aldea de no más de quince vecinos y famosa entre los viajeros por albergar dentro de su término municipal una pequeña ermita y una fuente de aguas supuestamente curativas.

La recoleta capilla es de las más antiguas de la comarca, pues su origen está datado en la Edad Media, cuando fue puesta en pie gracias a la donación de una pareja de nobles que residían en la vecina Aldea de las Dos Casas.

Ermita de Santa Irene
Su apariencia exterior es muy sencilla, de líneas simples y decoración austera. Fue levantada en planta rectangular, con ábside cuadrado y sacristía anexa a un lateral. Sin embargo, los elementos de mayor valor los guarda en su interior. Las piezas más llamativas son el retablo y las imágenes, entre otros, de la propia Santa Irene y de San Pedro.

El paisaje de la zona se complementa con una fuente, a la que se le atribuyen propiedades sanadoras, y que estaba coronada por una imagen de la santa del año mil seiscientos noventa y dos que, lamentablemente, ha sido sustraida de su lugar de origen. Su estructura está realizada en granito, con hornacina de arco rebajado y frontón triangular en el remate superior.

Fuente de Santa Irene

Varias son las leyendas relacionadas con estos dos elementos patrimoniales. Se dice que en ese mismo lugar fue sacrificada Santa Irene, de ahí que se erigiera el templo en su honor. Las aguas de la fuente tendrían la virtud, al utilizarse para regar las huertas, de acabar con las pestes. Para los niños afectados por males o que lloraban demasiado, decía el mito que era necesario hacerles pasar por debajo de la imagen de la santa dentro de la ermita.

El paso constante de los caminantes nos acerca hasta Pedrouzo o Arca, población conocida por ambos toponímicos y que ostenta la capitalidad del Ayuntamiento de O Pino.  Con toda probabilidad, el segundo nombre hace referencia y rememora al cofre donde se guardan los restos del Apóstol Santiago.

Aunque el Codex Calixtinus es el primer texto donde se referencia  esta población, nos debemos remontar atrás en el tiempo para encontrar sus primeros moradores entre los celtas, pues si bien no hay documentos escritos que avalen su presencia, sí hay muchos asentamientos castrenses diseminados por el municipio, lo  que indica que estas tribus poblaron este territorio desde tiempos prerromanos. Podemos destacar entre otros el castro de San Lorenzo Pastor, que conserva parte de las defensas y el recinto ovalado, así como los de Oza, San Mamede y A Terroeira. 

Posteriormente a esta época, posiblemente la zona quedó en manos romanas, pues su proximidad a la vía que iba de Braga a Astorga por Iria Flavia y la importante proliferación de restos de este periodo, han hecho pensar a los historiadores en la existencia de un asentamiento romano en estas tierras.

Cada vez queda menos camino para divisar Santiago desde el Monte do Gozo, y los pequeños núcleos rurales que se van atravesando pasan casi desapercibidos para el ojo del viajero, deseoso como está de alcanzar la meta soñada.
   
San Antón será el primero, una pequeña aldea de once vecinos, que dista poco más de un kilómetro de la capital de O Pino.

Amenal, con una población de ochenta vecinos, con su castro y su gran robledal, el último que veremos en el Camino, será el segundo.

El núcleo de arquitectura popular de San Paio, de treinta habitantes, todos ellos en casas construidas en torno a su capilla, marcará la mitad del tramo hasta el Monte do Gozo. La capilla de la que hablamos se erigió en honor a Santa Lucía, y se levantó en mampostería con planta rectangular. Lo más llamativo de este pequeño templo es su espadaña, de doble vano y frontón triangular, rematado en cruz.

Después llegará Lavacolla, donde los peregrinos realizaban un baño en el río, con el fin de presentarse limpios ante el Santo. Villamaior, hogar de noventa vecinos, será uno de los últimos hitos a superar. Desde allí sólo quedará San Marcos, antes de alcanzar la cima del Monte do Gozo.



Nos encontramos en Lavacolla, cuya población, de algo menos de doscientos habitantes, pertenece a la parroquia de Sabugueira.

Este municipio es conocido, además de por prestar su nombre al Aeropuerto Internacional, por ser parte de la última etapa del Camino de Santiago. Su topónimo, de hecho, nace de una antigua tradición peregrina.

El ya varias veces citado Codex Calixtinus, nos da una clara y gráfica explicación. Esta localidad aparecería nombrada como “Lavementula”, el lugar por donde los romeros franceses se dirigían a Santiago, y esto es cita textual de la obra “se quitaban la ropa y, por amor al Apóstol, se lavaban no sólo sus partes, si no la suciedad de todo el cuerpo”. La higiene nunca venía mal.

Arroyo de Lavacolla
Los teóricos que han pretendido buscar otro sentido al  topónimo, identificaban este aseo con un acto simbólico, destinado a la purificación del alma, al abandono de todas aquellas quimeras que el peregrino pretendía dejar atrás antes de entrar en la Ciudad Santa. Da igual que el ritual se realizara por motivos espirituales o sanitarios , pues la realidad era que había nacido una tradición, que se ha seguido manteniendo hasta nuestros días, aunque casi ninguno de los que realiza el Camino en la actualidad necesite hacer un ejercicio de higiene corporal para llegar limpio a Santiago de Compostela. 

El elemento patrimonial más importante de Lavacolla es su iglesia, construida en el año 1840. El templo se asienta sobre una planta rectangular, y en su fachada el frontal es un triángulo en cuyo vértice se levanta la torre de la campana. Sobre la puerta tiene un tragaluz semicircular. Todo el conjunto se encuadra dentro de un estilo clasicista. A pocos metros de la iglesia, hay un crucero con tallas de Cristo sedente, que marca la dirección a seguir.






Unos pocos kilómetros más y finalmente aquí está, delante de nosotros: el Monte do Gozo. O el Monte de San Marcos, o el Mons Gaudí o el Monxoi, porque de todas estas formas es conocido. De todos los topónimos, el origen más curioso lo tiene el último, el de Monxoi. 

Muchos de los peregrinos franceses que completaban el Camino, no podían contener su alegría al contemplar, por fin, las torres de la Catedral de Santiago desde la cima del monte. Sus gritos “Mon joie! Mon joie!”, literalmente “Mi felicidad”, se habrían convertido, a oídos de los que por allí pasaban, y tras muchos años, en el Monxoi actual.

El Monte do Gozo, en realidad una colina, de 368 m. de altura, está situado en las afueras de Santiago. Aunque ciertamente, debido a su proximidad y facilidad de comunicación con ésta, llega a ser considerado más bien una parte más de la ciudad. No tiene un núcleo de población conocido como tal, más bien engloba una serie de lugares establecidos en el amplio espacio que ocupa.

Monumento a Juan Pablo II en el Monte do Gozo



Hoy hemos tenido suerte, pues no hay niebla en la cima, y aunque a lo lejos, podemos divisar las torres de la Catedral. No nos detenemos mucho tiempo en este lugar, pues como hemos dicho, queremos llegar a Santiago antes que nuestros peregrinos, para poder prepararles la sorpresa que llevamos ocultando varios días, y en breve, sólo un par de fotos, nos ponemos de nuevo en marcha.

Entramos en Santiago siguiendo la estela de los peregrinos que lo hacen al tiempo que nosotros, y como ya conocemos la villa de anteriores ocasiones, no tenemos mucho problema para acceder al parking donde dejaremos los coches mientras estemos disfrutando del placer que nos supone pasear por esta ciudad.

Una vez retiramos las maletas y tomamos posesión de nuestras habitaciones en una coqueta y recogida pensión, ya estamos en disposición de acercarnos hasta la Plaza del Obradoiro y esperar allí a que nuestros bicigrinos hagan acto de presencia, pero para ello tendremos que aguardar aún un buen rato, que invertiremos en inmortalizar el momento  y a los que por allí pasan, con el objetivo de nuestra cámara.

En cuanto Daniel y Javier lleguen, habremos dado por finalizado el peregrinaje en ruta, y comenzaremos con el peregrinaje en la ciudad, pero eso será en nuestra próxima entrada.

  

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