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Parque de la Alameda

Parque de la Alameda
¡ El Parque de la Alameda se viste de otoño! Vale la pena visitar Santiago

La Misa del Peregrino ....y la ofrenda del incienso




Pernoctar en Santiago, sobre todo a comienzos de septiembre y en la zona aledaña a  la Catedral, puede constituir un ejercicio de buena voluntad si, como algunos de nosotros, eres ligero de sueño.

Compostela lleva unos días sufriendo un calor impropio de esta época, y la situación nos obliga a mantener las ventanas de nuestros aposentos abiertas, buscando disfrutar de las breves ráfagas de brisa que muy de tarde en tarde refrescan el ambiente de la habitación, y que se cuelan acompañando el sonido de las campanas de la Catedral, que van desgranando una tras otra las horas nocturnas de la ciudad. 


Pero con estos sonidos, a los que te acostumbras con mucha facilidad, nos invaden otros que no resultan tan placenteros si lo que necesitas es descansar después de haber terminado hoy el largo camino que comenzamos en Astorga.

Empieza la universidad en Santiago, y los estudiantes han llegado este fin de semana para emprender sus clases en breve, pero antes de comenzar el trabajo duro, hay que divertirse y como dirían los escritores clásicos, a fe mía que lo hacen a conciencia.

Lo suyo es ir y venir calle arriba, calle abajo, sin un destino definido y mientras tanto cantar, reír y gritar sin reparar en que no están solos en la ciudad. Esta situación nos conduce a un dilema sin solución, pues no sabemos si cerrar las ventanas y no dormir debido al tremendo calor o mantenerlas abiertas y no dormir debido al tremendo jaleo nocturno.

Alternando una decisión con la otra, pasamos la noche, esperando que el repique de las campanas nos anuncie que ya es tiempo de ponerse en pie y prepararse para acercarnos hasta la Catedral a escuchar la Misa del Peregrino, que se celebra invariablemente a la hora del Ángelus. 

Como hemos amanecido temprano, tenemos tiempo de disfrutar de un paseo matutino por las calles más emblemáticas de la ciudad, por lo que nos acercamos hasta los muros del Monasterio de San Martín de Pinario, en cuyo interior se encuentra el rehabilitado coro de madera proveniente de la Catedral y la fachada de la Iglesia y Monasterio de San Domingos de Bonaval, actualmente desacralizados y convertidos en lugar de conciertos y Museo del Pobo Gallego respectivamente.

Fachada Monasterio de San Martín de Pinario


Fachada Monasterio e Iglesia de San Domingos de Bonaval

Después de tomar sólo algunas instantáneas de las portadas, ya que volveremos más tarde para conocer los interiores, decidimos regresar hasta la Catedral para, con el suficiente tiempo, ir tomando asiento cerca del altar y no perdernos nada del oficio religioso que tendrá lugar en breve.

Aunque algunos de nosotros hemos tenido la oportunidad de ver la mecánica del Botafumeiro en acción, no esperamos que hoy sea uno de esos días, pues no se corresponde con ninguna de las fiestas religiosas designadas por el Arzobispado, pero la suerte está de nuestro lado, y justo antes del comienzo de la celebración eucarística nos comunican que, por gentileza de unos peregrinos japoneses, el incensario se pondrá en funcionamiento una vez finalizada la misa.

Botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela

Diremos, para quien esté interesado, que las fechas señaladas para impulsar el Botafumeriro son :
El 6 de enero
El Domingo de Resurrección
El día de la Ascensión del Señor
Pentecostés (50 días después de Pascua)
El 23 de mayo (Aniversario de la Batalla de Clavijo)
El 25 de julio (Festividad de Santiago Apóstol)
El 15 de agosto (Día de la Asunción de la Virgen)
El 1 de noviembre (Festividad de Todos los Santos)
Festividad de Cristo Rey (Domingo anterior al primer domingo de Adviento)
El 8 de diciembre (Festividad de la Inmaculada Concepción)
El 25 de diciembre (Navidad)
El 30 de diciembre (Translación del Santo Apóstol)

Una vez finalizado el servicio y como nos habían indicado al inicio del mismo, los órganos barrocos desgranan las primeras notas del Himno del Apóstol, los tiraboleiros toman posiciones y este  prodigio de la física comienza su fascinante recorrido pendular frente al altar mayor, para alzarse hasta casi acariciar la bóveda del transepto y sobrecoger a todos aquellos que, emocionados, tenemos la suerte de disfrutar de esta ceremonia.

Es este “esparcidor de humo”, traducción literal del gallego, uno de los distintivos más populares de la Catedral de Santiago. De unos 62 kilos de peso cuando está vacío, y 160 centímetros de altura, necesita el concurso de ocho especialistas que lo trasladan  a pulso desde la Biblioteca, cargado de incienso y carbón, con lo que puede llegar a alcanzar un peso de unos 100 kilos.

Una vez convenientemente asegurado a la maroma que pende frente al altar mayor por medio de tres gruesos nudos, lo bombean tirando con fuerza y precisión cuando se encuentra en el punto más bajo de su trayectoria. Estos “tiraboleiros” están comandados por el “tiraboleiro mayor”, que es el que además de marcar el ritmo del impulso, marca también la parada del mismo.

El Botafumeiro alcanzará en sólo minuto y medio una velocidad de 68 kilómetros por hora, llegando a formar un ángulo de 82 grados sobre la vertical y describiendo un arco de 65 metros de amplitud a lo largo del transepto. Serán un total de 17 ciclos de vaivén los que dejarán al espectador con un recuerdo imborrable en sus pupilas y un precioso documento gráfico en sus cámaras de vídeo y fotografía.

La energía que genera este movimiento no está exenta de peligro, pues en alguna ocasión se ha llegado al extremo de haberse desprendido la cuerda, como el día del Apóstol de 1499, cuando en presencia de Catalina de Aragón, a la sazón de visita en Santiago, el Botafumeiro salió volando por la Puerta de Platerias, o como sucedió el 23 de mayo de 1622, cuando la cuerda se rompió y el Botafumerio cayó contra el suelo, o ya en el siglo XX, cuando le rompió algún hueso a alguien que se acercó demasiado a admirar los entresijos del mecanismo. En ninguna de las ocasiones hubo que lamentar víctimas mortales por el desprendimiento, pero en la actualidad se mantiene despejado el crucero de la Catedral durante el vuelo del incensario para evitar cualquier tipo de accidente fortuito.

Actualmente coexisten dos incensarios, que se guardan en la Biblioteca Capitular. El más antiguo, realizado en latón bañado en plata, data de 1851 y debe su diseño al maestro orfebre José Losada. Este pebetero  es el que puede admirarse únicamente en las fiestas solemnes, de las que hemos dado relación en esta misma entrada.  Para el resto de los días se utiliza y está expuesta una réplica algo menor que el original, realizada en alpaca, conocida coloquialmente como “La Alcachofa” y que fue donada a la Catedral por los Alféreces Provisionales en 1971.

No obstante, ninguno de ellos se corresponde con el Botafumeiro original, pues era éste una pieza fundida y trabajada totalmente en plata gracias a una ofrenda del rey Luis XI de Francia en 1400. Fueron los mismos franceses, quienes en 1809, durante la Guerra de la Independencia, lo sustrajeron de las dependencias de la Catedral, obligando al Cabildo a encargar un nuevo incensario que es el que ha llegado hasta nuestros días.

El origen del botafumeiro en la Catedral de Santiago se remonta cuando menos al siglo XII, pues ya aparece mencionado en el Códice Calixtino como Turibulum Magnum y como todos los incensarios utilizados en las iglesias, tiene una raíz litúrgica. Pero además, en esta Seo cumplía un destacado objetivo aséptico, pues eran muchos los peregrinos que no llegaban a Compostela en las mejores condiciones higiénicas, y el hecho de pernoctar dentro de la Catedral traía como consecuencia que el uso de este gran aromatizador fuera sumamente necesario para poder compensar los malos efluvios que se dispersaban a través de las naves del templo. 

Inicialmente estaba directamente colgado de unas vigas de madera cruzadas en el cimborrio, siendo obra del maestro Celma, durante el Renacimiento, el diseño del mecanismo actual, basado en el movimiento por poleas y la ley del péndulo, dispositivo éste que se ha mantenido hasta nuestros días sin ningún tipo de variación. 
Tradicionalmente, el Botafumeiro se botaba todos los domingos en la misa de mediodía y durante el Año Santo Compostelano, que tiene lugar cada vez que el día 25 de julio cae en domingo, todos los días del año en la Misa del Peregrino. 

La restauración de la pieza y el cambio de la soga evidenciaron la suciedad acumulada en el mismo y el desgaste de la cuerda causado por el uso, por lo que el Cabildo de la Catedral decidió restringir el número de vuelos del Botafumeiro. En la actualidad puede verse únicamente en doce fechas al año, entre las que se incluye, evidentemente, el día de Santiago. Cuando es Año Santo Compostelano, puede verse todos los domingos en la misa de mediodía. A mayores, y entendiendo el Cabildo que el vuelo del Botafumeiro entraña unos gastos de mantenimiento, y para concienciar a la sociedad de ello y de que se trata de una ofrenda y no de un espectáculo, el Botafumeiro puede verse en funcionamiento en cualquier misa, ya sea ordinaria o solicitada a petición de fieles o de peregrinos, previo pago de 300 euros.


Una vez finalizada la ofrenda, y con la bendición del Apóstol, salimos al sol de mediodía, comprobando que los viandantes ya han tomado posiciones en las terrazas de los bares cercanos, temiéndose quizás que seamos muchos a la hora de buscar lugar para comer, por lo que nosotros tomamos su ejemplo y vamos a buscar un lugar donde relajarnos y disfrutar de una buena cerveza bien fresquita. 
¡Esta tarde y con el cuerpo convenientemente dispuesto,  continuaremos nuestra visita turística por los monumentos de esta maravillosa ciudad!



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