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Parque de la Alameda

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¡ El Parque de la Alameda se viste de otoño! Vale la pena visitar Santiago

Desvelando el pasado. Castro de Castromaior


En la era de las comunicaciones, ¿quién no ha hecho uso de la red para ilustrarse sobre cualquier materia? Está demostrado que lo que no hallemos en los foros de internet, difícilmente lo podremos consultar en cualquier otro tipo de archivo.  

En nuestro caso no iba a ser diferente, y una vez que tomamos la decisión de realizar nuestro peregrinaje a Santiago a través del Camino Francés, estuvimos en disposición de recabar información sobre todos aquellos rincones y villas que una vez saliésemos de Astorga iríamos encontrando en cada una de nuestras jornadas, y para ser sinceros, diremos que hubo momentos en los que temíamos no encontrar reseña ni noticia alguna sobre una gran variedad de parajes que indefectiblemente íbamos a localizar en nuestro camino.

A nuestro entender, varias podrían ser las razones para que se originase esta situación, entre las que cabría  señalar la inexistencia de interés histórico o arquitectónico en el lugar a visitar, la escasa población de una villa, no más allá de diez o doce viviendas, la falta de servicios que señalen una población como punto de referencia para el peregrino o, como en el caso que nos ocupa, la antigüedad del lugar y los escasos estudios que sobre el mismo se han hecho.

En este último supuesto, podríamos decir que están englobados los Castros prerromanos, ya sean astures, celtas o vetones, pues  su historia y la de sus moradores no siempre está documentada y cuando lo está, es más bien poco lo que se dice de ellos.

Uno de los castros mejor conservados dentro de los fortines que salpican la geografía gallega, lo encontramos en nuestro camino hacia Palas de Rei, dentro del Concello de Portomarín, muy cerca de la LU – 633 y toma su nombre de la localidad cercana de Castromaior.

Vista aérea del Castro
La falta de tiempo fue un hándicap que no pudimos superar, pues en el mismo día pretendíamos visitar el Castillo de Pambre y esto, unido a la escasa información  que sobre esta fortaleza habíamos podido encontrar, trajo como consecuencia que dejáramos la visita para otro momento más idóneo, razón por la cual no tomamos fotos del lugar. 

Pero ya de vuelta y después de mucho buscar, hemos descubierto un trabajo de investigación realizado por tres arqueólogos de las universidades Autónoma y Complutense de Madrid, Miguel Ángel López Marcos, Yolanda Álvarez González y Luis Francisco López González, que nos ha arrojado algo de luz sobre este Castro en particular, de manera que reproduciremos algunos fragmentos de su artículo para que quien esté interesado en su visita o estudio, tenga algún punto de referencia donde comenzar. (Si alguien está interesado en la publicación completa, la dirección de la página es la siguiente: http://arqarqt.revistas.csic.es/index.php/arqarqt/article/view/127/123.

Creemos que con esta información y las fotografías que la acompañan, también de los mismos autores, este Castro nos ha desvelado alguno de los secretos que con tanto celo ha guardado durante centurias. ¡Que lo disfrutéis!

INTRODUCCIÓN

El Castro de Castromaior es uno de los yacimientos arqueológicos de la Edad del Hierro más relevantes del Noroeste de la Península Ibérica como han demostrado los resultados de las últimas intervenciones desarrolladas en él.

El buen estado de conservación del mismo permite realizar un examen de los modelos constructivos castreños, debido sobre todo, a la inactividad agropecuaria, que ha mantenido sellados los últimos niveles de ocupación y posterior destrucción. Su situación, a escasos metros del Camino de Santiago, ofrece óptimas condiciones para el desarrollo de un programa de intervención que pretende convertir este bien patrimonial en un recurso cultural y turístico de primer orden, teniendo como base la investigación arqueológica.

Panorámica general del Castro
Desde el año 2006, la Xunta de Galicia, ha promovido una serie de actuaciones en el yacimiento, encaminadas a su puesta en valor y posterior integración en la ruta jacobea a su paso por Castromaior, con el objeto de ampliar la oferta cultural del Camino de Santiago.

En la primera campaña de excavación se proyectó la «domesticación» anual de la espesa cobertura vegetal para ofrecer al visitante la posibilidad de contemplar la topografía original. La primera limpieza y tala de las cinco hectáreas del yacimiento, permitió la observación de las características morfológicas del castro. Se realizaron los correspondientes trabajos topográficos intensivos y se plantearon cuatro sondeos, distribuidos por los distintos recintos que configuran el poblado, con el fin de realizar una secuencia cronológico-cultural y una definición del estado de conservación.



Como consecuencia de los resultados obtenidos en el recinto superior se amplió el área de intervención sucesivamente en las campañas de los años 2007, 2008 y 2009. Se excavó en total una superficie de más de 1.000 metros cuadrados y se realizó paralelamente la restauración de los restos de cara a la puesta en valor.

EL CASTRO DE CASTROMAIOR

El castro de Castromaior, situado en el Noroeste peninsular, al Sureste de la provincia de Lugo (ayuntamiento de Portomarín), fue levantado sobre una cima con un gran dominio visual, desde la que se ejerce un amplio control de la margen derecha del río Miño. 

La loma donde se instala el poblado castreño no destaca de manera abrupta sobre el terreno circundante, sin embargo, fueron practicados numerosos fosos y terraplenes con el fin de aislarlo y delimitarlo en relación con su entorno inmediato. Presenta un dominio visual de 360º, interrumpido únicamente por la lejana Sierra del Faro en el cuadrante suroeste.

La monumentalidad formal del poblado de Castromaior responde claramente a su configuración, que destaca por su complejidad morfológica. Posee un recinto principal más alto, casi circular, al que se unen otros cuatro hacia el Este y uno más al Oeste, formando sucesivas plataformas, todas ellas delimitadas claramente por líneas de murallas, defensas de tierra con empalizadas (parapeto, agger) y fosos (fossa) que circundan cada recinto dándole al poblado un aspecto fortificado. Dichos parapetos están formados de terraplén y empalizada, conformando el antepecho de protección.


Estos espacios, se adosan progresivamente al recinto principal aprovechando la topografía del terreno y consiguen una superficie transformada realmente extensa. (Parcero, 2000).

La superficie útil de habitación, es de 31.596 metros cuadrados. Aproximadamente el 60% de la extensión ha sido transformada para aterrazar y urbanizar los espacios acotados por fosos y terraplenes. La buena accesibilidad, proporcionada por un terreno poco accidentado, es inversamente proporcional a las posibilidades defensivas del mismo por lo que fue necesario un gran movimiento de tierras previo para poder delimitar el castro y conseguir una superficie habitable adecuada y protegida.

Vista parcial de las construcciones
Analizando con detalle los recintos parece que el poblado experimentó cierta evolución o rectificación de la estructura original, puesto que algunos de los terraplenes o murallas presentan correcciones de trazado, falta de continuidad en algunos tramos e incluso se puede hablar de una diferencia en su construcción. Estos cambios en las estructuras defensivas están directamente asociados a los detectados en la evolución constructiva de las viviendas del poblado como veremos más adelante.

Respecto al recinto superior ocupado por la zona de viviendas del poblado, está delimitado en su perímetro por una muralla de piedra mixta de laja y mampuesto de 316 m de perímetro. La muralla encierra una superficie habitable de 5.400 metros cuadrados dispuestos en la parte superior del cerro. Su eje mayor mide aproximadamente 90 m en sentido Este-Oeste, mientras que su eje menor se extiende a lo largo de 60 m en sentido Norte-Sur, detectándose una única entrada desde los recintos anexos que se encuentran al Este.



PRINCIPALES FASES DE OCUPACIÓN DEL POBLADO

Cronológicamente Castromaior se desarrolla en la Edad del Hierro, las fechas confirmadas hasta el momento nos remiten a unas primeras fases datadas en el siglo VI-V a. C, que documentamos bajo los cimientos de las viviendas exhumadas pertenecientes al momento de mayor esplendor del poblado (sigo I a. C.- I d. C.). 

Estas primeras valoraciones arqueológicas nos remiten a una ocupación continúa del poblado, desde la I Edad del Hierro, hasta el cambio de era y los primeros contactos con el mundo romano, momento en el que se abandona el castro.

Una de las prioridades básicas de la investigación fue precisar en la medida de lo posible la definición inicial del asentamiento, la valoración del momento de su fundación, su abandono y en definitiva, interpretar los periodos de ocupación del poblado.

La evolución de las estructuras del castro no es producto del aumento o del cambio demográfico, puesto que, como hemos visto en el registro arqueológico, este poblado ha sufrido numerosas transformaciones puntuales, debidas en ocasiones a incendios y otras veces a reformas constructivas o abandonos parciales. 

Nos centramos en tres momentos fundamentales marcados por dos remodelaciones de cierta envergadura, que son sin duda reflejo de cambios en la dinámica económica y social de sus habitantes.

La primera fase de habitación de la que tenemos constancia está constituida por construcciones de tipo vegetal documentadas en el momento más antiguo de ocupación del poblado. En ese momento existen dos únicos recintos amurallados y un espacio ocupado al exterior. Se trata de una comunidad amplia que centra sus esfuerzos en la construcción de estructuras de delimitación como la muralla y construye sus viviendas con materiales perecederos.

La primera remodelación a gran escala implicó la construcción de viviendas pétreas con techumbres vegetales. En ese momento se urbanizó el recinto principal y a continuación se dispusieron las edificaciones en torno a la muralla. Esta distribución responde a una reordenación en la cual se generan ciertos espacios comunes o de tránsito, articulados en torno al paseo de ronda interior de la muralla.

Las nuevas viviendas son construcciones exentas a las que posteriormente se fueron adosando otras edificaciones. Son estructuras realizadas con aparejo mixto de pizarra y cuarcita cuyos paramentos se conservan hasta una altura máxima de 1,80 m. Si a esto añadimos los derrumbes documentados en viviendas cuyos muros caídos alcanzan los 2 m de potencia, podemos afirmar que dichos paramentos se desarrollan en altura a más de 4 m, a lo que habría que añadir el desarrollo de la cubierta.

Hogar de una de las viviendas
En la segunda transformación realizada en la última fase de ocupación del poblado, la superficie habitable sufre un importante cambio, llegando a la actual disposición de los restos o estructuras.

A la vez, durante la excavación, se documentan niveles de incendio asociados a reformas puntuales de viviendas que corrigen a veces su trazado adaptándose a un nuevo diseño de urbanización, reconstruyen los alzados de paramentos o unifican propiedades mediante el tapiado de muros.

En la zona de la muralla se remodela el paseo de ronda unificando el trazado y tamaño en anchura de la misma, a base de rectificar la planta de algunas viviendas, construir otras nuevas o añadir anexos. Por otro lado, se articulan una serie de calles transversales ciegas de dominio privado a las que sólo se accede desde dicho paseo.

Pero uno de los datos más importantes registrados es que se generan nuevos espacios públicos. Se construye en este momento final del poblado castreño, un edificio o estructura de dimensiones desproporcionadas en relación a lo preexistente. Se sitúa en un lugar inmediato a la entrada principal y en relación directa con ella. También se refuerza la única abertura al recinto superior y adquiriere una gran monumentalidad derivada de la remodelación de todo el sector interior de la zona de acceso. La construcción de este edificio se realiza a la vez que se compartimenta y urbaniza todo el espacio del interior del recinto superior.

Estos cambios son reflejo de una nueva ordenación urbanística relacionada con los primeros contactos con el mundo romano.

La ocupación del espacio del recinto central se organiza a través de una urbanización previa, orientando calles principales, de acceso, o drenajes en subsuelo y cubiertas.

Si atendemos a la estratigrafía muraria, se observa una continua sucesión de estructuras adosadas que delimitan diferentes espacios, mientras que en altura comparten una cubrición común en muchos casos. Se reduce el espacio público al mínimo, ya sea utilizado para tránsito o para verter escorrentía de lluvias, en aprovechamiento máximo de la superficie habitable.

Recreación de las viviendas


(Para leer el resto del estudio, remitirse a la página señalada al comienzo de la entrada)





1 comentario:

  1. Muy interestante, gracias. Lo siento mucho que el castro de Castromeior no fue abierto en 2006 quando caminando.

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