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Parque de la Alameda

Parque de la Alameda
¡ El Parque de la Alameda se viste de otoño! Vale la pena visitar Santiago

Por tierra de castros y pazos. De Palas de Rei a Salceda


El final de nuestra etapa en el día de ayer, nos deparó una grata sorpresa en forma de alojamiento, pues pernoctamos en el pueblo de Meixide, muy cerca de Palas de Rei y esta pequeña villa, apenas un puñado de casas, revela, entre sus edificios más emblemáticos, un señorial pazo que en la actualidad está destinado a hostería de peregrinos y viajeros. 


Pazo de Mariñao
Detalle del escudo de armas de sus antiguos propietarios

Un rincon de los jardines

La tierra de los Ulloa está salpicada de estas magníficas construcciones, que han cobijado entre sus muros a muchas generaciones de caballeros y damas de rancio abolengo, y ese poso de nobleza ha perdurado hasta nuestros tiempos, mostrándonos vestigios de aquello que en siglos pasados se alzó en todo su esplendor. 

Un par de detalles más


No bien hubimos tomado posesión de nuestras habitaciones en el Pazo Mariñao, del que hablaremos con posterioridad, optamos por desplazarnos hasta Melide, pues estando cerca el mediodía era el momento de visitar alguna de las pulperías que desde esta población han alcanzado reconocimiento mundial. ¡Ya visitaríamos Palas cuando cayese la tarde!

Aunque son varios los establecimientos que ostentan una merecida fama por su forma de presentar este molusco, nos decantamos por visitar Casa Ezequiel, pues es toda una institución en la historia de Melide y nos gusta la disposición de sus mesas y su rápido servicio.

Daniel, antes de dar buena cuenta del pulpo en Casa Ezequiel
Nuestras expectativas no se vieron defraudadas, y comimos opíparamente y por un precio muy asequible. Llegado este momento, decidimos volver a nuestro pazo para reposar un poco la comida y dedicar la tarde a conocer en profundidad la población de Palas de Rei. 

La historia del Concello de Palas y toda la tierra que la circunda se presenta firmemente cimentada en la cultura castrense, pues son muchos los restos arqueológicos que aún se conservan, testigos todos ellos de inmemoriales asentamientos humanos.

Estos vestigios arquitectónicos nos hablan de tribus celtas, astures, quizás incluso cántabras, que eligieron estas tierras lucenses para asentarse y fundar castros, de los cuales podemos encontrar más de una veintena sólo en el Concello de Palas. 

Merece la pena, si se dispone de tiempo, visitar estos lugares y disfrutar de mámoas como las de Ferreira y Fontecuberta, dólmenes y castros, como el de Sucastro en Lestedo, Castrillós en San Vicente de Maceda, el castro de Marzá, el castro de Moredo, los castros das Seixas (Merlán), San Xurxo (Augasantas), San Vicente de Ulloa, Mencide (Carteire), San Xián (San Xián do Camiño), Gontá (Coence), San Xusto (Repostería) y Remonde, un poblado en Vilar do Monte y sepulturas antropiodes de Chousa y Pacín.

Pero si nuestros gustos se alejan de las ruinas prehistóricas y preferimos linajudas construcciones, Palas también nos ofrece un buen ejemplo de arquitectura civil, como restos de fortalezas, torres, castillos o los pazos y casas blasonadas que adornan su geografía y que han servido de inspiración literaria a más de un ilustre escritor español.

Dentro de estos edificios cabe destacar la Casa torre de Quindimil, los restos de la Casa da Pena da Merla, en Santa María de Carteire, el pazo de Ulloa o de Vilamaior (Curbián), la Casa da Tulla o de Foncuberta o Pazo de Moreira, el Pazo de Laia que conserva el escudo de armas de los condes de Traba, de cuyo linaje saldría el fundador de Pambre, la casa de Ulloa, donde los Saavedra, Montenegros, Gayosos, Deza, se identifican con sus armas y escudos familiares, la antigua fortaleza del Castro de Seixas en la parroquia de Merlán, de donde procede este conocido linaje gallego, el Pazo de Pacheco , el pazo de Meixide o de Mariñao, que fue del marqués de Camarasa y que en el día de hoy nos servirá a nosotros de alojamiento y finalmente el Castillo de Pambre, fortaleza erguida por Don Gonzalo Ozores de Ulloa hacía el año 1375, y a la que hemos dedicado otra entrada en este mismo blog.

La ubicación de Palas en el Camino de Santiago ha favorecido desde tiempos remotos la edificación de iglesias y capillas, sobre todo románicas, de manera que aquellos que se decanten por la arquitectura religiosa disponen de más de cuarenta parroquias para su visita, entre las que proponemos las de Fontecuberta, Pidre, Albá, Canúño, Marzá, Ferreira, Meixide y por encima de todas la de Vilar de Donas, monumento histórico artístico desde 1931 y que ha sido objeto de un amplio estudio en otra entrada de nuestro blog. 

Según la tradición, el municipio debe su nombre “pallatium regis” al palacio del rey visigodo Witiza, que reinaría entre los años 702 y 710. En Palas, Witiza habría matado al Duque de Galicia, Favila, padre de Don Pelayo.

Por aquí pasaba la vía “Lucus Augusti”, y ya en el siglo VI se constata su pertenencia al condado de “Ulliensis”, siendo la Edad Media un período de prosperidad para la villa, en buena parte gracias al Camino de Santiago. El “Códice Calixtinus” citaba Palas como parada obligada de los peregrinos para afrontar los últimos tramos de la ruta jacobea.

Palas, protagonista también en la segunda guerra carlista, fue uno de los escasos municipios en los que triunfó la sublevación en 1846, constituyéndose una Junta Revolucionaria. Las tierras de Palas de Rei sirvieron de fuente de inspiración a escritores como López Ferreiro, Álvaro Cunqueiro o Emilia Pardo Bazán.

Aunque son muchos y de muy bella traza los elementos arquitectónicos repartidos por el Concello, en el municipio sólo podemos encontrar el interesante templo parroquial de San Tirso, obra original del siglo XII, pero de la que sólo nos ha llegado la portada principal. Tiene ésta una sencilla pero armónica estructura abocinada con arquivoltas de medio punto con perfil de baquetón y guardapolvos ajedrezado. Los dos pares de columnas tienen capiteles de hojas voluminosas. Un tímpano liso completa dicha puerta.

Iglesia de San Tirso
Este tipo de tímpanos aparecen sin figuración actualmente, pero en origen estarían pintados con escenas religiosas, normalmente con el Regreso de Cristo en el Juicio Final (Pantocrator, Evangelistas, Ancianos...) El resto de la estructura es de reciente construcción.

Por lo demás, sólo una estatua del Apóstol, una fuente coronada por un anónimo peregrino y una pequeña calle que lleva por nombre Travesía del Peregrino dan fe de la importante tradición jacobea de esta villa, que llevó a Aymeric Picaud a hacer aquí su última escala antes de llegar a Compostela.

Fuente con Peregrino

Calle del Peregrino

Ayuntamiento de Palas de Rei

No queda mucho más por ver en esta localidad, por lo que decidimos dar por terminada nuestra visita y tomar una buena taza de caldo gallego en uno de los muchos restaurantes que tienen abiertas sus puertas para ofrecer sus apetecibles menús a los peregrinos y de paso brindarles un lugar de reposo y cobijo, pues la noche se ha tornado fresca y hay que resguardarse.

Cuando por la mañana retomemos nuestro camino, arrancaremos desde San Pedro de Meixide, de manera que dejaremos atrás la parroquia de San Xulián do Camiño, donde se alza la iglesia románica de San Xulián, construida a finales del siglo XII y reconstruida en el siglo XVIII.


El templo posee nave única con planta rectangular y ábside semicircular en la cabecera. Es en el eje axial de éste último, donde se puede apreciar una bella saetera con arquivoltas de medio punto decoradas con billetes. Si accedemos al interior, cabe destacar el arco triunfal que da paso a la capilla absidal revestida con capiteles decorados con hojas en forma de espiral.



Como no puede ser de otra manera en Galicia, entre las calles de esta población nos sorprende y conquista la leyenda de San Xulián, quien en sus tiempos jóvenes ejerció como soldado, y en un lance fortuito y por error dio muerte a sus padres. Tal fue su pesar por este hecho, que el arrepentimiento le llevó a dedicarse en cuerpo y alma y junto a su mujer Adela, a la atención de los peregrinos que frecuentaban en Camino, trabajando con tal eficacia y abnegación, que mereció la atención y perdón Divino, apareciéndose una noche un ángel para comunicarle la buena nueva.


Iglesia de San Pedro de Meixide

Cruceiro en Meixide

Roble centenario en la entrada del Pazo de Mariñao
Descansar en un pazo rodeado de naturaleza, que dispone de muros de más de un metro de espesor, alejados del mundanal ruido, y cuyos únicos vecinos son los parroquianos que reposan en el camposanto que circunda la iglesia, ha hecho que nos levantemos repuestos y preparados para afrontar un nuevo día, el penúltimo de nuestro viaje, que nos llevará hasta Arzúa, dentro ya de A Coruña, última provincia gallega que visitaremos.

Hoy, como muchos de los días anteriores, no podremos seguir a los romeros, pues los caminos que seguirán no son aptos para vehículos de gran volumen, pero serán muchos los tramos que compartamos y donde coincidiremos cuando ellos decidan tomar la misma carretera que seguimos nosotros.

Ponte Campaña, Porto de Bois y Campanilla son los últimos pueblos de la provincia de Lugo que los peregrinos a pie franquearán antes de entrar en A Coruña por la pequeña aldea de O Coto y llegar a  Leboreiro, parroquia ya nombrada en el Códex Calixtinus como Campus Leporarius, debido seguramente a la gran cantidad de liebres que hicieron de este territorio su hábitat natural.

Un crucero se alza en la calle principal, enlosada y flanqueada por macizas casas de piedra. La iglesia de Santa María, como casi todas las de la zona, es de estilo románico, de una sola nave y ábside circular. Una hermosa imagen de la Virgen corona el tímpano de la fachada principal.

Frente a esta capilla se alza la Casa de la Enfermería, antiguo hospicio de peregrinos fundado por la familia Ulloa en el siglo XII. 

Delante se puede observar un típico cabazo, estructura en forma de gigantesco canasto utilizado para conservar el maíz, como si se tratara de un primitivo hórreo. El puente sobre el río Seco es del siglo XIV y se le dotó de pretil en la restauración del año 1984.

Una vez hayan dejado atrás Leboreiro, los caminantes atravesarán el parque empresarial de la Magdalena, para alcanzar Melide, población donde volveremos a coincidir con ellos. 

Esta población, que ocupa el centro geográfico de Galicia, en la vertiente occidental de la sierra de Careón, ostenta la capitalidad del Concello y está conformado por 26 parroquias. Es en este punto del itinerario donde los peregrinos que arriban por el Camino Primitivo enlazan con el Camino Francés, que es el que venimos siguiendo nosotros.

Aunque existen varias hipótesis para determinar el origen toponímico de Melide, todas coinciden en que este nombre procede del latín Mellitus y podría significar tierra de Mellitus, por ser este personaje el poseedor o terrateniente de la villa.

Al igual que en las tierras de Ulloa, en la comarca de Melide podemos encontrar una gran riqueza arqueológica, donde abundan los castros y mámoas, antiguos monumentos funerarios que nos trasladan a los tiempos del neolítico y la época castreña.

Una de las huellas más destacadas de estas culturas la podemos encontrar en el Castro da Graña, donde las excavaciones realizadas han demostrado que estuvo habitado desde el siglo VII a.C., o en el dolmen denominado Forno dos Mouros, ambos en el vecino Ayuntamiento de Torques. 

La historia ya documentada está plagada de referencias a la Terra de Melide, encontrando reseñas de donaciones y concesiones de tierras y posesiones en numerosos escritos que han llegado hasta nuestros días, y que nos han permitido conocer con exactitud quien o quienes fueron los señores de estas heredades a lo largo de la historia.

Podemos citar un documento del 832 donde Alfonso II el Casto hace una dotación de estas tierras a la recientemente formada diócesis de la Catedral de Oviedo, otro en el que Alfonso III concede a la sede dumiense de San Martiño de Mondoñedo la jurisdicción de Abeancos, otro más en el que Alfonso IX concede el territorio de Abeancos o Terra de Melide al arzobispo de Santiago don Pedro Muñiz.

En contraposición, en 1320 Melide obtiene del arzobispo de Santiago, por aquel entonces don Berenguel de Landoira, el privilegio de levantar un castillo, de fortificar la villa con murallas y de cobrar el portazgo. 

Poco más de un siglo durarían estas defensas, pues los Irmandiños, congregados en Melide en 1467 con el único fin de planear una ofensiva a gran escala contra la nobleza y la Iglesia, comenzaron en estas tierras su propia revuelta, que tendría como objetivos, entre otros personajes, al arzobispo Alonso de Fonseca y al primer conde de Monterrei, Sancho Sánchez de Ulloa. 

Aunque estas hermandades fueron incapaces de derribar los muros del Castillo de Pambre, situado en la cercana heredad de Palas de Rei y propiedad del conde, sí consiguieron demoler las murallas de Melide y derrumbar parte del castillo de O Castro, cuyas piedras, una vez sofocada la revuelta, fueron aprovechadas para levantar el Convento de Sancti Spiritus, en memoria de doña Inés de Castro, madre de don Sancho. 

No muchos años más tarde, en 1520, Melide volvió a ser cuna de la revolución, cuando los más importantes estamentos eclesiásticos y nobiliarios de Galicia acordaron apoyar con todas sus fuerzas a Carlos I, a la sazón en lucha con los Comuneros de Castilla.

Ya en épocas más recientes Melide vuelve a reflejarse en los anales bélicos de la historia, pues sus gentes presentarán una fiera oposición al avance francés durante la Guerra de la Independencia y volverán a tener protagonismo a lo largo de las Guerras Carlistas, acaecidas entre 1833 y 1876.

Todos estos hechos históricos, unidos a su excepcional ubicación en el Camino de Santiago, han conformado una Melide con un gran bagaje cultural, que se refleja tanto en sus edificios civiles y religiosos, habiendo perdurado hasta nuestros días un importante legado que no podemos dejar de visitar y admirar.

Melide albergó una iglesia románica dedicada a San Pedro, hoy desaparecida y de la cual no se conserva más que la portada, que fue reubicada y aprovechada para levantar la Capilla de San Roque, emplazada a la vera de la nacional 547, en el campo que lleva su mismo nombre. 

Junto a la capilla se levanta el cruceiro de San Roque, esculpido en el siglo XIV y considerado el más antiguo de todos los que se encuentran en tierras gallegas. Quizás también perteneció en un primer momento a la iglesia de San Pedro, aunque este punto está aún por determinar.

Detalle del cruceiro de San Roque
Trabajado en granito, se asienta sobre una columna de acabado muy simple, quizás mucho más moderna que la cruz, que está tallada en un estilo gótico, es de sección cuadrada y luce una flor de lis en el centro. La figura torneada en su anverso representa a Cristo Crucificado, custodiado por la Virgen y San Juan. En el anverso contemplamos la representación del Pantocrátor, mostrando las llagas de las manos y tapándose las piernas con un paño. 

Se especula que la cruz ha podido ser reformada y labrada de nuevo, pues carece de los ornatos y remates propios de la influencia gótica. Una de sus particularidades la encontramos en que luce un ramo de hojas labrado, tanto en el lateral, como por debajo de los brazos. Carece de capitel y el fuste de sección cuadrada con chaflanes, se asienta sobre un pedestal cuadrangular de tres peldaños con vuelo, realizado con posterioridad. 

La iglesia de Santa María de Melide, realizada en el siglo XII y por tanto de corte marcadamente románico, posee un alto valor artístico y patrimonial. 

Su planta presenta una única nave rectangular, revestida mediante armazón de madera, seguida del también recto presbiterio, cubierto con bóveda de cañón y rematada con un ábside semicircular, cerrado con bóveda de horno. Edificada en sillería, con excepción de la sacristía, adosada al lado norte y de corte moderno, la cubierta exterior se realiza con teja.

Iglesia de Santa María de Melide
En sus fachadas sobresale, sin duda, la rica decoración de sus portadas. La occidental, de origen románico, está formada por tres arquivoltas de medio punto, decoradas con baquetones y casetones, sobre tres pares de columnas con capiteles de ornamentación animal y vegetal.

Portada occidental
Por el contrario, la portada sur, más simple e interesante si cabe, cuenta con doble arquivolta de medio punto, sobre un par de columnas con capiteles, igualmente decorados. Se franquea en su parte inferior, por dos hornacinas, de arco ligeramente apuntado, que albergan sarcófagos, y se enmarca con dos pilastras rematadas con un tornalluvias, que descansa sobre trabajados canecillos, presentes también en el ábside románico.

Portada sur
Más allá del arco triunfal hallamos el presbiterio que se une con el semicírculo absidal. Una imposta sencilla recorre la cabecera a nivel de los ábacos del arco triunfal, no prolongándose por la nave.

En el interior de la iglesia destacan por su especial magnificencia las pinturas policromadas que podemos encontrar en el ábside, datadas entre el siglo XV y el XVI, y la Trinidad, representada en la bóveda, sobre un fondo blanco cuajado de estrellas.



Entre tanta sobriedad y sencillez, hay dos excepcionales elementos que destacan por su belleza y tallado, que no son otros que el altar, original del templo y primorosamente decorado con diversos motivos escultóricos, y una reja románica, única de la que se tenga constancia en Galicia y que debió separar la cabecera, como lugar sagrado de la nave, de la zona destinada a los fieles.




La iglesia de Sancti Spiritus está situada en la plaza del Convento de Melide. En su día formó parte del antiguo monasterio franciscano que se levantó en el siglo XIV en ese mismo lugar, perteneciendo a esa época la cabecera gótica, de planta rectangular y rematada con bóveda estrellada. En los laterales, el Conde de Monterrei mandó abrir arcolios de medio punto, con creterías caladas y enmarcados por pilastrillas rematadas en pináculos, donde descansan su madre y la primera esposa de su padre. 

La estructura de la iglesia es de planta rectangular, con pequeños cuerpos anexados a sus muros laterales. Consta de una única nave y un presbiterio rectangular cubierto por una bóveda estrellada, de nueve claves.

Iglesia de Sancti Spiritus 
En el exterior destaca la torre-campanario barroca, de planta cuadrada, con un tambor octogonal en la cúpula, que sobresale entre los tejados de la villa, y su portada lateral, del mismo estilo, con tres cuerpos en altura, delimitados por pilastras adosadas, remata el conjunto un frontón semicircular partido.

En el muro exterior de la cabecera podemos ver unas pinturas murales que representan a la Virgen, a unos eclesiásticos y a Santiago Matamoros. Se cree que esta parte pudo haber sido el antiguo claustro del monasterio, pero posteriormente se destinó a osario. Sin embargo, lo que con seguridad, perteneció a esa primera construcción es el arco tribulado, que recuerda al siglo XIV. De la etapa de Don Sancho se conserva también en buen estado la capilla mayor. 

El monasterio de Sancti Spiritus quedó abandonado tras la desamortización de Mendizábal, hasta que en 1842 se convirtió en iglesia parroquial. Por su parte, el hospital ahora acoge el Museo Terra de Melide, un lugar, como reza la página institucional, construido por el pueblo y para el pueblo.

Museo Terra de Melide
El pulpo, cocido y con aceite de oliva, sal y pimentón es la mejor carta de presentación de Melide. También destaca la repostería tradicional, con dulces como el conocido "rico" y los melindres. 

Una vez hechas las visitas de rigor y habiendo aprovechado la parada cultural para realizar otra gastronómica, nos ponemos de nuevo en marcha, pues queremos llegar con tiempo a Salceda, y desde allí empezar a buscar nuestro alojamiento, una preciosa casa rural que está enclavada en Pantiñobre, una aldeíta de poquísimas casas cercana a la localidad de Arzúa.

Aunque vamos encontrando algún que otro peregrino por el asfalto, sobre todo los que van en bicicleta, no será hasta que lleguemos a Boente cuando encontremos grupos enteros de romeros, pues ellos desde Melide han seguido un itinerario a través de pistas forestales y correidurias que les han conducido hasta la localidad.

Es Boente un pueblo de casas desparramadas a lo largo de la nacional, un punto de encuentro y descanso para los sufridos caminantes y un lugar donde sellar su credencial, si tienen la suerte de encontrar abierta al público la iglesia de Santiago. 
Esta iglesia, de reciente construcción, se levantó en el primer tercio del siglo XIX, sobre las ruinas de un antiguo templo románico del siglo XII. La planta de su nave es rectangular, dividida en tres tramos, con una cabecera de testero recto y la sacristía adosada en la parte posterior de la cabecera, imperceptible desde el exterior.

Iglesia de Santiago de Boente
Está fabricada en mampostería, encalada en blanco y con cantería en las esquinas, puertas y ventanas. Con suelo de piedra, se cubre con teja del país. Posee armazón de madera a dos aguas en la nave, y estructura sobre pechinas, con división en ocho tramos en el ábside.

La fachada principal se remata con espadaña de piedra con dos vanos, presentando como curiosidad, la esfera de un reloj de agujas en la parte superior de la puerta de acceso, al igual que se puede observar en el lateral sur del templo. 

El retablo mayor tiene en el centro una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, además de otras tallas de diversas épocas; un Santiago Peregrino del siglo diecinueve, una Virgen del Carmen y un San Roque del siglo dieciocho, y una de San Silvestre del siglo doce. Sin duda, en toda la iglesia encontramos numerosos símbolos jacobeos. 

Hay que decir que se encuentra en un excelente estado de conservación, pues en los años noventa fue restaurada.

Avanzando hacia Arzúa dejaremos a la izquierda de nuestra marcha la desviación hacia Castañeda, paso obligado para aquellos que siguen el camino a pie. Es ésta una pequeña localidad donde la paz y la tranquilidad son la tónica dominante y donde los vecinos se desviven por ofrecer sus servicios a los fieles de la ruta jacobea.

El Códice Calixtino, en el siglo XII, ya daba cuenta de la existencia de este poblado, pues en su Libro V – “Guía del Peregrino”, indicaba que en la “Castaniolla”, se cocía cal destinada a las obras de la Basílica del Apóstol, participando los peregrinos con su esfuerzo, transportando piedras calizas desde las canteras de Triacastela o los montes próximos y depositándolas en los hornos, contribuyendo así a su abastecimiento.

Era su pequeño granito de arena en las tareas de levantamiento de la catedral compostelana, entendiéndose su acarreo como un sacrificio añadido para brindar al Apóstol.

Toda la comarca sigue siendo tierra de hermosos pazos y grandes casonas, que nos remontan a tiempos señoriales y nos hacen pensar en personalidades de alto rango social, como reyes o nobles. En épocas pasadas, estas joyas del patrimonio civil de Castañeda gozaron de un papel fundamental en el sistema de organización feudal, pues funcionaban como una especie de unidades de gestión local en torno a las cuales vivían los habitantes de la villa.

Estas casas solariegas solían estar compuestas, como hemos podido comprobar de primera mano por habernos alojado en una, de un edificio principal, rodeado de amplios jardines y huertos, contando en muchos casos con sus propios oratorios o capillas, además de otras estancias destinadas a usos más prosaicos, como los hórreos, los graneros o los palomares.

Magníficas muestras de esta arquitectura las podemos encontrar en el Pazo de Pumar, el Pazo de Sedor o la Casa Milia, hoy convertidos muchos de ellos en casas de turismo rural, como tantos otros diseminados por las tierras gallegas.

Estamos llegando al final de nuestra etapa, pues Arzúa asoma por el horizonte, pero aunque nos detendremos durante un tiempo en la población para conocerla un poquito más a fondo, continuaremos camino hasta Salceda, con el fin de que la última etapa que iniciemos mañana comprenda una menor cantidad de kilómetros que las que hemos efectuado hasta ahora.

Castaño centenario a la entrada de Arzúa
En el casco antiguo de Arzúa se encuentra el antiguo convento de la Magdalena, que mantuvo una alberguería para peregrinos pobres y que ejercía, en el siglo XIV, como iglesia de un antiguo monasterio fundado por los frailes agustinos. Estos partieron en el siglo XVII hacia Santiago de Compostela, dejando abandonado el complejo monástico, razón por la cual no han llegado vestigios del mismo hasta nuestros días. La capilla, sin embargo, siguió abierta al culto, pero pasando a depender del monasterio de Compostela.

Ésta presenta una única nave de planta casi cuadrada, con ábside de la misma geometría, a éste se accede, desde el interior, por un arco triunfal apuntado, pudiéndose observar, en la zona de la capilla mayor, los arranques de una bóveda de crucería que no llegó a construirse.

Capilla de la Magdalena
El templo se realizó en su mayor parte, en mampostería de carácter popular, aunque mantiene elementos de sillería que revelan su primitivo origen románico. La cubierta es de teja del país y su puerta de entrada, situada en la fachada oeste, dibuja un arco de medio punto abocinado, siendo su remate superior, una sencilla y pequeña espadaña de un solo vano, coronada con pináculos de bola en sus extremos.

Desde el año 2.006 la capilla de la Magdalena se emplea como una sala cultural y de exposiciones.

Muy cerca se levanta la moderna iglesia parroquial de Santiago, dedicada al Apóstol Santiago el Mayor y que está construida sobre el antiguo templo que se erigió en la zona. Fue levantada entre los años 1955 y 1958, con planta rectangular. La fachada principal, realizada con una perfecta sillería, muestra tres óculos, responsables de la iluminación interior. Además, como remate de la misma, posee una torre campanario, que perteneció a la iglesia original. Está construida en granito, con base cuadrada achaflanada, tambor octogonal en la parte superior, y sobre éste, cúpula apuntada con remate de pináculo de bola.

Si accedemos al interior del santuario, podremos observar que éste se divide en tres naves, entre las que destaca, por su anchura, la central. Cuenta en todos sus muros con una gran cantidad de ventanas y óculos, algunos con bonitas vidrieras cedidas por particulares. 

La iglesia consta también de otras dependencias como biblioteca, salones para actividades pastorales o para peregrinos que, hasta la construcción de albergues en la zona, sirvieron para darles refugio.

Como dato, apuntar que el campanario del templo fue destruido en 1834, durante las primeras guerras carlistas, y entre los años que van del treinta y seis al cuarenta y dos el templo fue utilizado como cuartel militar. Sus funciones eclesiásticas pasaron a ser responsabilidad de la Capilla de la Magdalena.

Desde 1975 se celebra en Arzúa, año tras año, la fiesta del queso. El queso de Arzúa se elabora artesanalmente con leche entera de vaca y se produce en toda la comarca Arzúa - Ulloa, y en varios municipios de Lugo.

Una vez realizada nuestra visita por las calles del municipio, retomamos nuestro camino, pues nuestros peregrinos particulares ya nos están esperando el Salceda, y ya no volveremos a parar hasta llegar a esa pequeña población, que está compuesta por un bar, una farmacia y algunas casas diseminadas por los campos circundantes.

Camino por el que acceden los caminantes a Salceda
Tras intercambiar saludos e impresiones, cargamos las bicicletas en los coches y nos ponemos en marcha para llegar hasta Pantiñobre, lugar que nos ofrecerá el descanso y la relajación que tanto unos como otros vamos necesitando después de varias jornadas de viaje y pedaleo.

Casa rural "Casa Assumpta"

Coqueto comedor y muy confortable

Otra vista de la casa rural

Construcción rural en Pantiñobre

Tìpico Hórreo Gallego

Pantiñobre es todo campo

Puesta de sol con la silueta de la iglesia de Pantiñobre
Mañana será la etapa definitiva. Antes de mediodía estaremos abrazando al Santo y habrá concluido nuestra aventura. Pero eso será ya mañana.


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