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Parque de la Alameda

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Porqué el nombre de "Santiago Matamoros". La Batalla de Clavijo

EL TRIBUTO DE LAS CIEN DONCELLAS Y LA BATALLA DE CLAVIJO

Cuenta la leyenda que el rey astur Mauregato (hijo bastardo del rey Alfonso I de Asturias), uno de los cuatro conocidos como los reyes holgazanes por su escasa aportación a la reconquista, pactó con Abderramán I, por haberle ayudado a tomar el trono asturiano, un tributo anual por el cual tenía que entregar cien doncellas de gran belleza de las cuales cincuenta tenían que ser de origen noble y las otras cincuenta de origen plebeyo, a cambio, él tendría asegurada la paz de sus tierras.

Muchas fueron las doncellas enviadas al sur, pero algunas que se negaban a ir y luchaban con más fuerza que las demás, decidieron desfigurarse pues así al perder su belleza también perdían valor y no eran aptas como pago del tributo.

En el año 788, los condes Don Arias y Don Oveco se rebelaron contra el rey Mauregato y lo mataron como venganza por haber otorgado a los moros tal tributo. El rey Bermudo I, su sucesor, intentó acabar con el tributo, sustituyéndolo por un pago en dinero.

A Bermudo le sucedió Alfonso II el Casto (791–842), quien rechaza también el tributo en dinero, y entra en batalla con los moros para evitar su pago, venciendo en la batalla de Lodos y matando al capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.

Posteriormente Abderramán II, en tiempos del rey Ramiro I de Asturias, se atreve a pedir de nuevo el tributo de las cien doncellas. Este, hallándose en una situación de debilidad, y tras reunir a sus consejeros, accede de nuevo al pago del tributo.

La documentación histórica confirma la existencia de escaramuzas militares en el lugar y el momento en los que las crónicas intentan cifrar la batalla entre Ramiro I y las exiguas tropas cristianas contra el inmenso ejército sarraceno, y en la que el héroe cristiano obtuvo la victoria gracias a la decisiva ayuda prestada por el apóstol Santiago. Ello concluyó en la anulación del tributo. Las crónicas medievales sitúan los acontecimientos en los alrededores de la entonces ciudad mora de Albelda, en la riojana cuenca del Bajo Iregua, y a mediados del siglo IX.

Es muy probable que la relación de hechos se basara en acontecimientos posteriores, ocurridos en la batalla de Simancas un siglo después, en el año 939, en la que Ramiro II de León, García Sánchez de Navarra y Fernán González, derrotaron a Abderramán III, poniendo fin a este particular tributo que debían pagar los reinos cristianos.


LA LEYENDA

"Desde el año 783, hasta el de 788, con auxilio de los Moros, y pactos infames, ocupo el Reyno de Oviedo, y Leon, Mauregato, hijo bastardo en todo del Rey D. Alonfo Primero, y de una Mora esclava suya. Entre las condiciones del pacto, fue una que Mauregato avia de pagar cada año en feudo, un tributo nefando de cien doncellas de sus estados Catholicos: de las quales, las cincuenta avian de ser Nobles, y las demas del estado general. Corrió el tributo infame algunos años, y con obligacion de llebarle hasta la raya, y confines del Reyno, donde se hazia la entrega. Mucho se ofendió Dios deste pecado, y lo mostró con varios sucessos, y milagrosos acaecimientos, que refieren nuestras Historias. Bramaban los Christianos sobre este feudo, especialmente los Nobles, que no saben sufrir infamias. Y de aqui resulto, el que varios Cavalleros esforÇados, les quitaron de las manos el tributo algunas veces; y aun huvo ocasion, en que defendieron a las inocentes doncellas, los toros de una bacada, jugando contra los Moros sus puntas, y despedazandolos". 

La narración del origen del tributo de las cien doncellas va íntimamente unida al relato de la batalla de Clavijo, pues la victoria cristiana en ella supone la anulación del tributo, entre algunas conclusiones más.




Este es el resumen de la historia: Ramiro I, monarca asturiano, parte de la corte hacia Castilla la Vieja con intención de contraer matrimonio en segundas nupcias tras el fallecimiento de su primera esposa. Con ocasión del viaje real, los pares de su reino se levantan en armas e intentan destronarlo. Abderramán II tiene noticia del suceso y traza un plan para romper el pacto con el monarca asturiano reclamándole el pago del tributo de las cien doncellas.

Ante la negativa de Ramiro, Abderramán prepara un numerosísimo ejército, para lo que hace venir de África un gran contingente humano. El monarca intenta organizar sus tropas y nombra general a un militar gallego llamado Osorio, y maestre de campo al camerano Sancho Fernández Tejada.

Entró Ramiro en La Rioja y ganó a los moros la plaza de Nájera, continuando después camino de Albelda, ciudad importante del califato, en donde Abderramán se encontraba esperando para iniciar la batalla. La desigualdad de fuerzas era enorme, pues los árabes contaban con más de diez hombres por cada cristiano.

Levantado el campamento cristiano en las laderas del monte Laturce la víspera del combate, esa noche el rey Ramiro recibió la visita en sueños del apóstol Santiago, quien le habló con estas palabras: "Yo soy el Bienaventurado Apostol de Dios Santiago. Por ventura no sabes que mi Señor Jesu Chritto, quando repartió las otras partes del Mundo a los otros Apostoles mis hermanos, a mi me dio en guarda a toda España, y la puso debaxo de mi proteccion, y amparo?.. EsfuerÇate, y ten mucha contianÇa, que ciertamente yo sere en tu ayuda, y a la mañana con el poder de Dios, venceras la innumerable multitud de los Moros, que te tienen cercado. Y porque sobre esto no aya duda, vosotros, y los Moros me vereis manifiestamente en un Cavallo blanco, de blanca y grande fermosura, y tendre un Pendon blanco, y muy grande. Por tanto, en amaneciendo, confessareis todos, y recibireis penitencia, y despues de celebradas las Missas, y recibida la Comunion del Cuerpo, y Sangre del Señor, armada vuestra campaña, no dudeis de acometer a las hazes de los Moros, que los Moros caeran por punta de espada".

Siguiendo las instrucciones dadas por el apóstol, los cristianos iniciaron la batalla cogiendo desprevenidos a los árabes, quienes prontamente reaccionaron. Pero, en ese momento se abrieron los cielos y surgió la figura de Santiago en túnica blanca con cruz roja al pecho, espada en mano y montado sobre un blanco corcel, que acometió contra los enemigos desbaratando sus filas y matando a muchos: "...cortava cabeÇas de Moros, como suele la hoz derribar espigas en el Estio...".

Animados por la contundente presencia del apóstol, los cristianos continuaron la batalla persiguiendo a los árabes hasta la villa riojana de Jubera, en donde Santiago regresó a los cielos desde una peña en la que dejó las huellas del caballo.

Ramiro tomó la ciudad de Albelda, e hizo un voto según el cual tanto él como sus vasallos debían ceder, a perpetuidad y anualmente, a la Iglesia de Santiago en Galicia una medida de trigo cada labrador, y una de vino cada cosechero. Además, se anulaba el ominoso tributo de las doncellas, se instauraba la Orden de Caballería de Santiago y se fundaba el noble solar camerano de Valdeosera. Todo esto ocurrió a comienzos del mes de mayo del año 844.

Mucha es la iconografía en torno a este momento de la historia o la leyenda, pues una se funde con la otra, pero aquí os dejamos algunas de las más vistosas encontradas en la red.









Esta es únicamente una pequeña muestra de las referencias que podemos encontrar, no sólo en España, sino en muchos otros lugares del mundo. Esta batalla ha quedado reflejada en esculturas, pinturas, tallas y un sinfín de otras manifestaciones artísticas. 

¿Qué hay de mito, y qué de realidad?

Cada uno que crea lo que mejor le convenga.....

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