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Parque de la Alameda

Parque de la Alameda
¡ El Parque de la Alameda se viste de otoño! Vale la pena visitar Santiago

Por tierras maragatas. De Astorga a Ponferrada


La primera etapa de nuestro viaje comienza en Astorga, capital de la maragatería, y nos llevará a través de pequeños pueblos levantados a la orilla del Camino, hasta Ponferrada, villa conocida por su relación con los Caballeros del Temple.

Astúrica Augusta, tiene, como su nombre indica, un amplio bagaje histórico, pues sus inicios se pueden encontrar en el campamento militar romano de la Legio X Gemina a finales del siglo I a. C., aunque poco después se convirtió en un núcleo civil.


Fachada del Ayuntamiento de Astorga, con sus famosos maragatos
Como recuerdos de estos tiempos aún quedan en Astorga localizaciones y edificios romanos, tales como las termas, el foso del campamento, el foro, la domus del mosaico…, pero también existe una Astorga monumental, más actual, donde encontramos edificios de la talla de la Catedral de Santa María, el Palacio arzobispal, obra de Gaudí, el Ayuntamiento, e incluso encontramos otra Astorga, la modernista, que tomando como modelo la obra gaudiana, presentará a sus visitantes lugares tan emblemáticos como la casa de Granell o la iglesia parroquial de San Andrés.

Tampoco nos olvidaremos de los museos, pues son dignos de visitar el Museo Catedralicio, el Museo de los Caminos, que se encuentra en el Palacio Episcopal, el Museo de la Semana Santa y cómo no, el Museo del Chocolate, dado que es bien conocida por todos la tradición chocolatera de este municipio.


Plaza Mayor de Astorga, lugar de encuentro de propios, peregrinos y turistas
Pero comencemos por el principio de su fundación. Como ya hemos dicho, en Astorga se estableció la Legio X Gemina, venida a la península para tomar parte en las campañas militares de Augusto contra cántabros y astures.

Para asumir este control, la Legión X levantará un campamento sobre el cerro enclavado entre los ríos Tuerto y Jerga, lugar estratégico no sólo por su amplio horizonte, sino también por su condición de único paso hacia la provincia de la Gallaecia, uno de los principales puertos de mar de la península.

Realizado este asentamiento en tiendas de campaña de madera y cuero, será temporal, y así lo evidencia la falta de restos arquitectónicos sólidos, pero con la peculiaridad de un robusto sistema defensivo compuesto por un doble foso exterior del tipo fossae fastigata y una sólida muralla infrecuente en este tipo de campamento que será destruida cuando se inicie la construcción de la ciudad.

Una vez pacificada la zona, entre los gobiernos de Claudio y Vespasiano, Astorga fue fundamental porque se la estableció como el principal núcleo receptor del oro extraído de minas próximas como Las Médulas.


Esta circunstancia tiene una consecuencia inmediata, y es que propicia la llegada del alto funcionariado que se encargará de la administración de estos yacimientos auríferos.

Estos personajes desarrollarán el mismo tipo de vida que llevaban en Roma, por lo que la fisonomía de la recién fundada ciudad se configurará como una provincia romana.

Se construirán termas, villas decoradas al uso de la época, sistemas de redes de aguas residuales, templos dedicados a sus dioses, y cómo no, un Foro, centro de toda la actividad política, económica y religiosa de la ciudad de Astúrica Augusta. Por las excavaciones arqueológicas se puede determinar que estaba ubicado en el mismo espacio que hoy ocupa la Plaza Mayor.

La decadencia de la ciudad, tal y como estaba organizada, comenzará en época de Diocleciano, cuando los yacimientos auríferos dejen poco a poco de rendir.

Tras el fin de estas explotaciones mineras, la ciudad se verá sumida en un prologando letargo, agravado por las sucesivas destrucciones que sufre a manos de Teodorico II en el 456 o la que padece por parte de los musulmanes, en el 714.

Este abandono se verá roto tan solo por la presencia de la sede episcopal y la reconstrucción de la ciudad por el obispo Toribio en el 460, o por la reconquista por parte de los astures en el 743, cuando Ordoño I manda repoblar la ciudad con gentes provenientes del Bierzo.

No obstante, la revitalización de la villa vuelve a ser interrumpida a finales del siglo X, cuando en el año 987, Almanzor destruye de nuevo la ciudad. Y ya no será hasta la segunda mitad del siglo XI cuando el impulso de la peregrinación a Santiago de Compostela resulte ser un nuevo modelador urbano y mercantil para Astorga.

La Edad Media resultará crucial para el municipio, pues durante esa época se levantarán los edificios más emblemáticos de la ciudad, entre los que podemos encontrar:
La Catedral de Santa María, comenzada a construir en 1471, durante el mandato del obispo Álvaro Osorio y Guzmán, y que se asentó dentro del mismo enclave amurallado de sus antecesoras románicas de los siglos XI y XIII, constituyendo esta última la base  para su ampliación, y cuyas obras se extendieron hasta el siglo XVIII, dando pie al uso de diferentes estilos arquitectónicos, que se reflejan en el gótico florido del interior, con un claustro reformado en el siglo XVIII en estilo neoclásico, un exterior barroco en torres y fachada y un pórtico con un toque renacentista.


Fachada lateral de la Catedral de Astorga. A los toledanos nos recuerda a nuestro Monasterio de San Juan de los Reyes

Detalle de la fachada principal de la Catedral
El Palacio Episcopal de Astorga, edificio proyectado por Gaudí, se encuentra junto a la Catedral, y nació por la necesidad de construir un nuevo Palacio tras la destrucción del anterior debido un fuerte incendio.

Diseñado en granito gris procedente de la comarca leonesa del Bierzo, se levantó entre 1889 y 1915, aunque por desavenencias entre Gaudí y el nuevo Cabildo constituido tras la muerte del obispo Grau, impulsor de la obra, ésta estuvo parada durante unos años y terminó su construcción el arquitecto Ricardo García Guereta.

La fachada del edificio presenta cuatro torres cilíndricas, y está rodeada por un foso. El pórtico tiene tres grandes arcos abocinados, hechos con sillares separados entre sí por contrafuertes inclinados, presentado la parte posterior un ábside en la capilla, rodeado de tres pequeños absidiolos.


Palacio Episcopal, diseñado por Gaudí
La planta baja contiene un gran vestíbulo, del que parte la escalera noble, adquiriendo una gran altura que permite la apertura de grandes ventanas, de forma triangular, que proporcionan una gran luminosidad. La estructura del edificio se sustenta en pilares con capiteles decorados y en bóvedas de crucería sobre arcos ojivales de cerámica vidriada. Se remata con un almenado de estilo mudéjar.




No disponemos de fotografías del interior del edificio, pues no está permitido tomarlas.

Gaudí había proyectado coronar la fachada con un ángel de cinco metros de altura, propósito que finalmente no se llevó a cabo, debido a su dimisión antes de terminar la obra.

La monumentalidad de Astorga no termina en estos edificios y las pequeñas pinceladas que de ellos hemos traído a nuestro blog, pero apenas hemos comenzado la etapa y nos queda un largo recorrido y mucho más que ver antes de que nuestros pasos se detengan en Ponferrada. Por ello, es el momento que sigamos adelante y veamos qué sorpresas nos deparan las siguientes villas del Camino.


Contraluz de la Catedral en el atardecer astorgano

Nada más salir de Astorga lo primero que encontramos es la Ermita del Ecce Homo, vinculada al pueblo de Valdeviejas y rodeada de un halo de leyenda, pues cuentan las crónicas que en el lugar de esta iglesia existía un pozo que proveía de agua a los lugareños y a los peregrinos que por allí pasaban.


Ermita del Ecce Homo, en Valdeviejas

Imagen del Ecce Homo
 Estando una mujer sacando agua del pozo, su hijo de corta edad cayó hasta las profundidades del mismo, y en su desesperación esta madre invocó la ayuda del Ecce Homo, de la que era ferviente devota. Se dice que las aguas subieron más de tres metros, altura suficiente para que el niño se salvara.

Bajo esta pila bautismal se encuentra el pozo del milagro
La ermita se construyó con el dinero donado por esta mujer, y está diseñada con planta en forma de cruz, accediéndose a la misma a través de un pórtico en el que resalta una espadaña de un solo vano acabada en sombrero de tres picos. Recientemente ha sido restaurada. Para quien lo desconozca, la espadaña es un campanario de una sola pared, en la que están abiertos los huecos para colocar las campanas. Este estilo de campanario es muy propio del románico.

El siguiente pueblo que nos encontramos se conoce como Murias de Rechivaldo, y sobre su toponimia hay diversas versiones.

Para unos Murias significaría hito o mojón separador del territorio de cada tribu astur, en este caso la de los amacos. Para otros expresaría montones de aluviones auríferos en los yacimientos secundarios.
Rechivaldo probablemente fuera un visigodo que ayudó a Pelayo en su lucha por la reconquista de España y que luchó con tanta bravura y coraje que las tierras heredadas de su suegro, pasaron a identificarse como "las tierras de Rechivaldo".
Fuera como fuese, el nombre nos indica que ya en la antigüedad existía este caserío.

En Murias destaca la iglesia parroquial de San Esteban con su característica espadaña, del siglo XVIII. Lo más importante de ella, por su relación jacobea, es un relieve de la Virgen del Pilar cobijado en una hornacina sobre el dintel de la puerta. También hay una estatua de San Roque Peregrino.


Iglesia de San Esteban

Subida al campanario
Tras Murias, encontramos un cruce hacia Castrillo, villa a la que prestamos atención en el día de ayer, cuando nos dirigimos a ella para degustar un suculento cocido maragato.

Una vez dejamos atrás el desvío a esta población, nos acercamos a Santa Catalina de Somoza.

Aunque en la actualidad se conoce toda la zona como Maragatería, en su origen se conocía por Somoza, es decir “tierra bajo el monte”, en este caso el Teleno, montaña sagrada de los astures y los romanos.

En la iglesia parroquial de Santa María se conserva una reliquia de San Blas, patrono del pueblo, uno de los santos más presentes en el Camino por su vertiente asistencial y sanitaria. Como en muchos otros pueblos la calle Real es la sirga peregrinal.


Iglesia parroquial de Santa María
A pocos kilómetros de Santa Catalina nos encontramos con El Ganso, población que revive año tras año al paso de los peregrinos.

Quienes se han interesado por el Camino de Santiago saben que éste se ha relacionado desde antiguo con el juego de la Oca y sus significados ocultos. Pues bien, puede que haya algo de cierto en esta correspondencia, pues Oca o Ganso en francés se dice Jars, y Santiago es "Jacques", y esta denominación - en inglés, "Jack" - se utilizó durante muchísimo tiempo, no como nombre propio, sino como adjetivo para designar a unos hombres especialmente sabios en todo lo referente a construcciones, medidas matemáticas, sentido de la arquitectura sagrada…
Si tenemos en cuenta estas consideraciones, probablemente encontremos alguna relación entre los pueblos del Camino de Santiago y aquellos hombres que quisieron dejar sus  huellas y enseñanzas marcadas en los símbolos que jalonan dicho camino.

Pero dejando a un lado estos relatos, verídicos o no, lo realmente cierto es que en esta población comienzan a aparecen casas con cubiertas a dos aguas de paja de centeno y retamas. Se las denomina 'Teitadas'. Este tipo de cubierta que se remonta a la prehistoria ha perdurado durante siglos y se ha considerado como el indicio del substrato celta de toda esta extensa zona. También podemos ver que la iglesia parroquial está dedicada a Santiago y en su interior se puede contemplar una bonita talla (siglo XVI) del Santo vestido de peregrino.


Detalle de la espadaña de la iglesia de Santiago
En el atrio de la iglesia hay una capilla conocida como del Cristo de los peregrinos. Hoy en día estos mismos peregrinos utilizan los bancos de piedra del atrio para hacer un alto en el camino.Como recoge el tomo dos de las Peregrinaciones a Santiago de Compostela,en El Ganso hubo un hospital que fue donado a los canónigos de Astorga en 1142 y un monasterio bajo la jurisdicción de la Orden Premostratense que pertenecía al de Aguilar de Campoo.

Dejamos atrás El Ganso y nos acercamos a Rabanal del Camino

El origen de Rabanal del Camino debemos vincularlo, sin duda, a la existencia de dos factores fundamentales que se mezclaron en una etapa posterior de la Edad Media (siglos XI-XII), como fueron la normalización de las peregrinaciones a Santiago y la existencia de unos monjes guerreros llamados Templarios
.


Calle Real en Rabanal del Camino
Rabanal representó una avanzadilla de los Templarios de Ponferrada con ánimo de proteger a los peregrinos que atravesaban los Montes de León hasta su llegada a El Bierzo. Tal era la importancia del pueblo en ese entorno jacobeo medieval que ya en el año 1.120, Aimery Picaud, lo incluyó como final de la etapa IX del Códice Calixtinus, sin duda, la primera guía del Camino de Santiago.

Llegando a Rabanal y en la intersección de la carretera de Santa Colomba de Somoza con el camino vecinal a El Ganso, nos encontramos con la ermita del Bendito Cristo de la Vera Cruz, un templo del siglo XVIII donde se venera una magnífica imagen de Cristo crucificado.

Siguiendo la calle Real, que coincide con el Camino de Santiago, a la derecha se encuentra la ermita de San José, también del XVIII en la que destaca la riqueza del retablo mayor barroco. Fue mandada construir por el acaudalado arriero José Calvo.


Altar barroco de la Ermita de San José
Un poco más arriba, subiendo la calle, a la derecha, la Casa de las Cuatro Esquinas, lugar donde se dice que pernoctó el Rey Felipe II en su viaje de peregrinación a Santiago. La calle se califica de “real” precisamente por este hecho.

En la parte más alta de Rabanal se erige la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Un templo románico del siglo XII (quizás el único ejemplar del llamado románico leonés). Su origen es templario y está rematado por una esbelta espadaña del siglo XVII-XVIII. En esta torre resalta un singular reloj de finales del siglo XIX obra y donación de un ilustre hijo del pueblo, D. Antonio Canseco. Todo este conjunto de la iglesia parroquial fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1982.


Detalle de la espadaña de la iglesia con el reloj

Subida al campanario
Seguimos nuestro recorrido, y la siguiente población que aparece ante nuestros ojos es Foncebadón, donde una cruz de madera nos recibe y da la bienvenida a este municipio asentado sobre el monte Irago. En el siglo X, Ramiro II de León convocó aquí un concilio y en el XI, un ermitaño del Bierzo llamado Gaucelmo construyó una alberguería.


Así de desolado aparece el pueblo de Foncebadón

Típica palloza gallega, que pertenece al albergue de Foncebadón
Ya nos estamos acercando a Ponferrada, final de nuestra etapa, pero antes visitaremos El Acebo, pintoresco pueblo, enclavado al pie mismo del Camino de Santiago, que ha sabido preservar un sugestivo conjunto de arquitectura popular berciana.


Calle principal de El Acebo
Las escaleras exteriores, las solanas de madera y los tejados de pizarra son sus principales y definitorios elementos.Hubo en El Acebo un hospital de peregrinos y en la iglesia de San Miguel se guarda una talla de Santiago peregrino en piedra polícroma.
Como nota curiosa diremos que los habitantes de esta villa estaban exentos de tributos a cambio de mantener en buen estado las 800 estacas que marcaban el Camino desde Foncebadón, pues las copiosas nevadas invernales lo ocultaban a la vista, con grave peligro para los viandantes.
Hemos llegado a Riego de Ambrós, otro pueblo típico de El Bierzo,con sus tejados de pizarra y sus balconadas de madera y situado a 930 metros de altitud.

A su alrededor se alternan los verdes prados con los productos hortofrutícolas y la tradicional ganadería.Destacan la iglesia parroquial, con un retablo barroco de 1706 obra de Pedro Santín, y la ermita de San Sebastián.
Seguimos con nuestra ruta, y Molinaseca aparece en nuestro horizonte.

A la entrada se encuentra el Santuario de la Virgen de las Angustias, hermoso edificio barroco adosado al monte, cuyas puertas fueron forradas de hierro por la costumbre de los peregrinos de llevarse una astilla como recuerdo. Su origen está relacionado con el de una pequeña ermita del siglo XI y gran parte del edificio actual es de finales del XVII.


Santuario de la Virgen de las Angustias
El puente románico sobre el río Meruelo ya documentado en el siglo XII y restaurado por última vez en 1980, encauza a los peregrinos hacia la calle Real donde se asentaba el hospital.El orgullo mostrado por los habitantes de la villa ante su “Puente Medieval de Peregrinos” está justificado. Representa, con el de Toral de Merayo, a una de las joyas del patrimonio histórico de la comarca.


El río Meruelo a su paso por Molinaseca
Algunas casas son nobles y están blasonadas con escudos nobiliarios. Destaca también el soberbio templo de San Nicolás de Bari de estilo neoclásico (el que lo visite puede detenerse en el retablo barroco con columnas salomónicas y en la talla gótica del Cristo Crucificado).


Iglesia de San Nicolás de Bari
Dejamos atrás Molinaseca, y entramos en las primeras calles de Campo, pueblo situado en las inmediaciones de Ponferrada y de origen medieval, aunque hay vestigios que datan de épocas anteriores, como la fuente romana construida en bóveda y con depósito de almacenamiento de agua situada en pleno Camino de Santiago Francés.

En el casco urbano destacan las casas solariegas de los Lunas con escudo de armas y las dos casas de Los Villaboa, una de ellas con torre.En la plaza de Campo está situada la ermita del Santo Cristo del siglo XVIII.

Por otro lado se encuentra la iglesia Parroquial de Nuestra Señora de La Encina de Campo construida en el siglo XVII y levantada sobre los cimientos de la antigua iglesia medieval. Consta de tres naves separadas por cuatro columnas de granito y arcos de medio punto. Entre sus retablos destaca el del altar mayor, de estilo barroco-churrigueresco y que da cobijo a la valiosísima talla de la Virgen de la Encina del siglo XVI. También destacan las dos campanas del XVI y XVII y la encina centenaria que continúa creciendo junto al templo.

Y pasando Campo, llegamos a Ponferrada, destino final de nuestra etapa. Hemos hecho apenas 60 kilómetros, pero han sido intensos, muy intensos, pues la gran cantidad de historia que hay unida a estos pueblos ha hecho que nuestra imaginación retrocediera siglos en el tiempo y se llenara de romanos, astures, visigodos y cómo no, de peregrinos que han recorrido esta misma ruta antes que nosotros desde tiempos inmemoriales.

1 comentario:

  1. ¡Enhorabuena Elena!
    Por este blog tan estupendo que has conseguido realizar.
    Un saludo

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